Comunicación Organizacional como estrategia de alto impacto
- Inés Maluenga de Díaz
- 17 mar 2021
- 3 Min. de lectura

Generalmente la comunicación se percibe y se practica como un acto muy simple, fácil de lograr y cotidiano, sin embargo, y a pesar de existir instrumentos de comunicación masivos, cada vez es mayor el número de escenarios donde las personas NO pueden entenderse, convirtiéndose en verdaderos campos de espacios vacíos, de rivalidades infundadas y batallas sin sentido. Sólo por el hecho de que cada individuo interpreta los mensajes de acuerdo a sus valores, creencias, el grupo al que pertenece, la educación y el medio ambiente en el que se desenvuelve, es que no puede considerarse “el comunicar” como un acto tan sencillo y sobre todo, en estos últimos años cuando la digitalización ha cubierto casi más del 50% del accionar humano.
Aun cuando existe todo un “corpus” teórico sobre el tema, es posible resumir que el “Ser” y “Hacer” del hombre es comunicación y por lo tanto se necesita comprender que como acto inherente a su esencia, ésta le permite generar, desde sí mismo, vínculos de convergencias simbólicas (idioma, lenguaje, expresiones, movimientos) para unirse a la práctica social y desde allí construir lazos dentro de las organizaciones y las demás redes de relaciones humanas.
Ahora bien, las organizaciones constituidas como sistemas de políticas y culturas complejas siempre están comunicando y por ello la dinámica organizacional podría traducirse mediante modelos de comunicación dinámica y heterogénea, o como lo definiría el escritor y teórico Robert Craig en “metamodelo comunicacional”, es decir, que el ‘comunicar’ no se define como un acto rígido sino que se va transformando de acuerdo a las experiencias y a las actividades de intercambio locales y globales, es por eso que bajo un enfoque sistémico y estratégico, ésta motoriza y sustenta los objetivos de las organizaciones a la vez que agrega valor como la principal herramienta clave de gestión institucional. El objetivo final no sólo se apunta a lograr el posicionamiento de la organización (con todo lo que ello supone), sino en la construcción interna del sentido de identidad y pertenencia con la propia organización y su misión.

Bajo esa premisa, podemos afirmar que la comunicación estratégica organizacional impulsa la práctica para identificar y promover cambios reales y sinérgicos en dimensiones como la identidad, la cultura, la personalidad, el comportamiento, la intencionalidad y la imagen, de manera efectiva cuando se planifica en dos aristas: lo interno y lo externo.
Desde la estrategia interna, la comunicación se enfoca en conocer su talento humano tanto en lo personal como en lo profesional; su objetivo es desarrollar empatías para crear equipos altamente motivados y participativos considerando cinco elementos claves en la dirección del talento: la transmisión de información útil para facilitar el trabajo, la comunicación permanente, el respeto, la oportunidad de delegar y dar poder de decisión, y por último, la concesión al derecho de equivocarse con posibilidad de enmienda. Con respecto a la estrategia externa, la comunicación se centra en la construcción de la opinión pública, pero no bajo la tradicional acción de difusión sino a través del lanzamiento y debate de temas que conciernen a la opinión pública a través de una relación de imagen y reputación organizacional en los procesos de incidencia, medios, voceros y acciones de esa agenda pública, tales como, igualdad, bullying, equidad de género, emprendimiento, ecología, por mencionar algunos.
Para construir un plan de comunicación estratégica, se sugiere la aplicación de auditorías de comunicación institucional o un diagnóstico comunicacional que a través de su prácticas metodológicas, técnicas o procedimientos, permitan definir la situación real de la organización, las posibles oportunidades de optimizar los recursos y el monitoreo permanente del acto de comunicación y su impacto de manera memorable en la sociedad.

¿Pero cómo se convierte ese plan en un instrumento de impacto?, la respuesta simplemente se encuentra en mostrar una conexión conscientemente con autenticidad, pasión y convicción; significa que se debe mostrar no sólo lo que vende la empresa sino la razón de la creencia y el por qué se quiere conectar con las personas, básicamente es regalarle “un viaje” a las personas que a lo interno y externo de las organizaciones interactúan con ella.
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